Una de las complicaciones más graves después de padecer un infarto agudo de miocardio es la insuficiencia cardiaca (IC), la cual aumenta sustancialmente el riesgo de fallecer. La probabilidad de que el paciente fallezca estaría relacionada con el nivel de estudios del paciente, hecho que había sido comprobado en diferentes estudios siendo una de las principales causas la aparición de insuficiencia cardiaca. No obstante, los mecanismos por los que el nivel de estudios está relacionado con el riesgo de insuficiencia cardiaca después de un infarto de miocardio no eran claros.
En ese contexto, se ha realizado una investigación, publicada en el European Journal of Preventive Cardiology, cuyo objetivo fue el de investigar la relación entre el nivel educativo y el riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca después de un infarto agudo de miocardio (IAM). Para ello se hizo un análisis a partir de 70.506 pacientes residentes en Noruega de entre 35 y 85 años hospitalizados entre 2001 y 2009 por primera de vez por IAM y sin historial de fallo cardiaco previo. Los niveles educativos se clasificaron según educación primaria, secundaria o terciaria (universitarios). Las insuficiencias cardiacas se clasificaron según las siguientes categorías excluyentes: aparición temprana de IC, es decir, desarrollada durante la hospitalización por IAM; o inicio tardío (nueva hospitalización con IC o fallecimiento provocado por IC después de las descargas durante la hospitalización por IAM).
Los resultados mostraron que la aparición temprana sucedió en un 17,7% de los casos y que el riesgo de padecer de IC decaía en un 9% entre aquellos que tenían estudios secundarios y en un 20% en el caso de los universitarios, siempre respecto a los pacientes con estudios primarios. Por otro lado, el diagnóstico por inicio tardío se dio en un 11,8% de los casos. Entre estos, la probabilidad de sufrir de IC disminuía en un 14% entre los que tenían estudios secundarios y en un 27% entre los universitarios. Los resultados fueron similares al compararlos según sexo.
De estos resultados no se infiere que el hecho de tener cierto nivel educativo sea protector directo del riesgo sino que es un indicador que se asocia a los mecanismos que explicarían tales diferencias entre grupos sociales. Así, las personas con nivel educativo bajo tardan más en buscar asistencia sanitaria cuando tienen síntomas de ataque cardiaco y su acceso a medicina especializada es peor. Además, tienen menos posibilidades de que se les prescriba un fármaco para prevenir la IC después de un ataque de corazón y, en ese caso, menos probabilidades de adherencia a la medicación. A parte, un nivel educativo menor también está asociado a comorbilidad (padecer de otras enfermedades). Todos estos factores serían causantes del aumento de riesgo temprano de IC en este colectivo, según los autores del estudio.
El mismo investigador principal apuntó a que para reducir la brecha socioeconómica en el riesgo de padecer IC seguida de un ataque al corazón, se hace necesario que los pacientes con nivel educativo bajo sean atendidos pronto, se adhieran al tratamiento, tengan acceso al mismo en igualdad de condiciones y mejoren sus estilos de vida.
Fuente: FEASAN