La tensión constante derivada de los atascos diarios de tráfico, un matrimonio infeliz o la sobrecarga laboral, puede tener efectos físicos reales sobre el organismo. El estrés se ha vinculado a un amplio rango de aspectos de la salud que incluyen al estado de ánimo, el sueño y los problemas de apetito y sí, incluso a la enfermedad cardiaca.
La relación entre estrés crónico y enfermedad cardiaca no está bien definida. Se ha sugerido que el estrés desencadena inflamación, un conocido instigador de la enfermedad cardiaca pero no se ha probado. «Creo que la opinión convencional es que el estrés es malo para el corazón pero los datos son mucho más opacos», señala el doctor Deepak Bhatt, director del Programa Integrado de Intervención Cardiovascular del Hospital Brigham y de la Mujer de Boston (Estados Unidos) en el blog de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (www.health.harvard.edu).
Aún así, el estrés podría influir en la enfermedad cardiaca en formas más sutiles. «El estrés hace que algunas personas actúen de forma que aumenta su riesgo de enfermedad cardiaca», señala Bhatt. Por ejemplo, cuando se encuentra estresada la persona a menudo come alimentos que no son saludables y no tiene energía o tiempo para realizar ejercicio. El estrés puede también conducirnos a otras conductas que dañan el corazón como el tabaquismo o beber demasiado alcohol.
 
Romper la conexión supone tanto aprender a combatir el estrés como controlar los hábitos que no son saludables. Estos cinco consejos que señalan desde el blog de la institución médica americana pueden contribuir a ello:
* Manténgase positivo: se ha descubierto que reír disminuye los niveles de hormonas del    estrés, reduce la inflamación en las arterias y aumenta los niveles de colesterol bueno (HDL).
* Medite: esta práctica de pensamiento enfocado hacia uno mismo y de respiración profunda reduce los factores de riesgo de la enfermedad cardiaca como la hipertensión. El yoga y la oración, cercanos a la meditación, pueden también relajar la mente y el cuerpo.
* Realice ejercicio: cada vez que se encuentra físicamente activo, ya sea dando un paseo o jugando al tenis, su cuerpo libera químicos que promueven el buen ánimo y que se denominan endorfinas. El ejercicio no sólo libera del estrés sino que también protege frente a la enfermedad cardiaca al reducir la presión sanguínea, fortalecer el músculo cardiaco y ayudar a    mantener un peso saludable.
* Desconecte: es imposible escapar del estrés cuando te sigue a todas partes. Evite los correos electrónicos y las noticias de televisión. Tómese cada día un momento, incluso si sólo son 10 o 15 minutos, para escapar del mundo.
* Descubra sus propias vías para soportar el estrés: cosas simples como un baño templado, escuchar música o pasar tiempo realizando una afición pueden proporcionarle ese descanso tan necesario para superar los aspectos más estresantes del día a día.
Menor estrés, menor presión sanguínea
Cuando la presión sanguínea es alta el corazón trabaja en exceso para bombear sangre a todo el organismo. Este trabajo extra puede dar lugar a un debilitamiento del músculo cardiaco y a un posible daño orgánico con el paso del tiempo. Las arterias también sufren cuando la presión sanguínea es alta. El incesante golpeteo de la sangre contra las paredes arteriales las endurece y estrecha, preparando al individuo para un potencial ictus, fallo renal y enfermedad cardiovascular.
Un estilo de vida saludable en el que no se fume, se pierda el peso que sobra, se tomen alimentos ricos en nutrientes y se realice ejercicio de forma regular es la base para prevenir y tratar la hipertensión.
Otro importante cambio en el estilo de vida que puede ayudar a reducir la presión sanguínea es controlar el estrés. La presión sanguínea disminuye cuando se practica la respuesta de relajación, incluso cuando simplemente se respira de forma profunda durante varios minutos para calmar al cuerpo. La práctica regular de la respuesta de relajación podría ayudar a cosechar más beneficios a largo plazo.
Existen muchas vías para obtener la respuesta de relajación, señalan los especialistas de Harvard. Estas técnicas incluyen centrarse en la respiración; analizar el cuerpo; visualización guiada; meditación de atención plena, yoga, taichi y qi gong; e incluso la oración repetitiva. El truco es descubrir un método adaptado a nuestros gustos y convertir la práctica para reducir el estrés en parte de la rutina diaria.
Para algunas personas la medicación, además de los cambios en el estilo de vida, es necesaria para conseguir que la presión sanguínea vuelva a un nivel saludable. Incluso entonces, la gestión del estrés puede ser un añadido de mucha ayuda, apuntan los especialistas. De hecho, un ensayo controlado aleatorio de adultos mayores mostró que un programa de ocho semanas de respuesta de relajación más otras técnicas de gestión del estrés disminuyó la cantidad de medicación que necesitaban algunos de los participantes para controlar su presión sanguínea.
Fuente: INFOSALUS